28/03/2006
El médico del trabajo debe atender también a los edificios
Una construcción tiene el síndrome del edificio enfermo cuando a causa de sus problemas empieza a provocar afecciones a las personas
FUENTE: diariomedico.com
Cuando más del 20 por ciento de los habitantes de un edificio padecen al mismo tiempo síntomas como sequedad de ojos, lagrimeo, tos, hemorragias nasales, sensación de opresión, somnolencia, falta de concentración o fatiga, la causa hay que buscarla en la propia construcción. Es el llamado síndrome del edificio enfermo, una enfermedad que ataca principalmente a inmuebles de oficinas, bancos, escuelas y hospitales, y en menor medida, a viviendas residenciales.
Sobre él ha hablado en Albacete Dolores Solé, responsable de medicina del trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene del Trabajo, de Barcelona, en una conferencia organizada por la Sociedad de Medicina y Cirugía de esta provincia.
''El problema comenzó en los años setenta cuando se empezaron a construir edificios herméticos, con ventanas que no se podían abrir porque se buscaba la eficiencia energética''.
Temperatura
Los principales factores que intervienen para que un edificio enferme son la temperatura, las condiciones de humedad o la iluminación. ''Normalmente son problemas de ventilación y climatización; a veces los mismos habitantes tapan las entradas que permiten la renovación de aire porque les molesta y esto puede dar lugar a la acumulación de microorganismos que vician el aire''.
Si un médico de salud laboral recibe varias quejas de sus compañeros de trabajo, debe confirmar que aparecen los síntomas en más del 20 por ciento de los usuarios habituales de la construcción. Después se debe realizar una inspección ocular del edificio con algún técnico de prevención de riesgos laborales. ''Con esos datos se establece una hipótesis y se evalúan y miden los contaminantes en los lugares donde está la fuente. Los principales causantes de problemas son el ruido, la ventilación, compuestos volátiles orgánicos que provienen del mobiliario y de la construcción del edificio, detergentes en las moquetas, pesticidas y el ozono''. Según el contaminante, se deben establecer unas medidas u otras.
Una vez encontrada la causa el problema se soluciona con relativa facilidad. ''Lo que suele ocurrir es que disminuyen las quejas porque se corrigen los sistemas de ventilación y de climatización. Si las molestias remiten no se debe administrar ningún tratamiento a las personas con problemas, aunque hay que esperar un tiempo a que los ambientes se limpien y a que los síntomas disminuyan.
Para prevenir la aparición de un edificio enfermo Solé es partidaria de adoptar dos sistemas. Por un lado, ''diseñar bien la construcción conforme a las necesidades de los usuarios y siguiendo la lista de valores de la OMS. Se debe evitar la contaminación interior para que no se produzca ningún tipo de lesión sobre los ocupantes''; por otro lado, ''no esperar a que aparezcan las quejas sino estudiar de manera sistemática si hay problemas en la ocupación, como se hace en Nueva Zelanda''. Allí, según ha explicado Solé, analizan las opiniones de los individuos que usan las instalaciones. ''Para ello hacen grupos representativos de los ocupantes, visitan sistemáticamente el edificio, y les preguntan cómo se encuentran y qué cambiarían de él''
En su opinión, lo importante es mantener una vigilancia continua porque dentro de un edificio ''las cosas cambian -desde la construcción hasta los propios inquilinos- y lo conveniente sería ir arreglando los factores más problemáticos antes de que aparezcan los primeros síntomas''.
El médico, atento
Dolores Solé quiere que los médicos de atención primaria estén atentos a la aparición de personas que muestren síntomas de un edificio enfermo. Existen indicadores que pueden mostrar este problema: dolor de cabeza, lagrimeo..., pero sobre todo ''que el paciente asegure que sus molestias empiezan cuando trabaja y que al salir del edificio desaparecen. Si ocurre este hecho debe pensar que puede ser una enfermedad específica o que esté relacionada con ese edificio, por lo que debe estudiar al resto de los compañeros''. En su opinión, los médicos del trabajo lo tienen más claro y son los primeros que se dan cuenta de que el problema está en el edificio.
Cuando más del 20 por ciento de los habitantes de un edificio padecen al mismo tiempo síntomas como sequedad de ojos, lagrimeo, tos, hemorragias nasales, sensación de opresión, somnolencia, falta de concentración o fatiga, la causa hay que buscarla en la propia construcción. Es el llamado síndrome del edificio enfermo, una enfermedad que ataca principalmente a inmuebles de oficinas, bancos, escuelas y hospitales, y en menor medida, a viviendas residenciales.
Sobre él ha hablado en Albacete Dolores Solé, responsable de medicina del trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene del Trabajo, de Barcelona, en una conferencia organizada por la Sociedad de Medicina y Cirugía de esta provincia.
''El problema comenzó en los años setenta cuando se empezaron a construir edificios herméticos, con ventanas que no se podían abrir porque se buscaba la eficiencia energética''.
Temperatura
Los principales factores que intervienen para que un edificio enferme son la temperatura, las condiciones de humedad o la iluminación. ''Normalmente son problemas de ventilación y climatización; a veces los mismos habitantes tapan las entradas que permiten la renovación de aire porque les molesta y esto puede dar lugar a la acumulación de microorganismos que vician el aire''.
Si un médico de salud laboral recibe varias quejas de sus compañeros de trabajo, debe confirmar que aparecen los síntomas en más del 20 por ciento de los usuarios habituales de la construcción. Después se debe realizar una inspección ocular del edificio con algún técnico de prevención de riesgos laborales. ''Con esos datos se establece una hipótesis y se evalúan y miden los contaminantes en los lugares donde está la fuente. Los principales causantes de problemas son el ruido, la ventilación, compuestos volátiles orgánicos que provienen del mobiliario y de la construcción del edificio, detergentes en las moquetas, pesticidas y el ozono''. Según el contaminante, se deben establecer unas medidas u otras.
Una vez encontrada la causa el problema se soluciona con relativa facilidad. ''Lo que suele ocurrir es que disminuyen las quejas porque se corrigen los sistemas de ventilación y de climatización. Si las molestias remiten no se debe administrar ningún tratamiento a las personas con problemas, aunque hay que esperar un tiempo a que los ambientes se limpien y a que los síntomas disminuyan.
Para prevenir la aparición de un edificio enfermo Solé es partidaria de adoptar dos sistemas. Por un lado, ''diseñar bien la construcción conforme a las necesidades de los usuarios y siguiendo la lista de valores de la OMS. Se debe evitar la contaminación interior para que no se produzca ningún tipo de lesión sobre los ocupantes''; por otro lado, ''no esperar a que aparezcan las quejas sino estudiar de manera sistemática si hay problemas en la ocupación, como se hace en Nueva Zelanda''. Allí, según ha explicado Solé, analizan las opiniones de los individuos que usan las instalaciones. ''Para ello hacen grupos representativos de los ocupantes, visitan sistemáticamente el edificio, y les preguntan cómo se encuentran y qué cambiarían de él''
En su opinión, lo importante es mantener una vigilancia continua porque dentro de un edificio ''las cosas cambian -desde la construcción hasta los propios inquilinos- y lo conveniente sería ir arreglando los factores más problemáticos antes de que aparezcan los primeros síntomas''.
El médico, atento
Dolores Solé quiere que los médicos de atención primaria estén atentos a la aparición de personas que muestren síntomas de un edificio enfermo. Existen indicadores que pueden mostrar este problema: dolor de cabeza, lagrimeo..., pero sobre todo ''que el paciente asegure que sus molestias empiezan cuando trabaja y que al salir del edificio desaparecen. Si ocurre este hecho debe pensar que puede ser una enfermedad específica o que esté relacionada con ese edificio, por lo que debe estudiar al resto de los compañeros''. En su opinión, los médicos del trabajo lo tienen más claro y son los primeros que se dan cuenta de que el problema está en el edificio.